Bajo Construcción
Proceso es una serie de acciones o pasos tomados para alcanzar un fin en particular; entonces, ¿qué queremos lograr? Cuando le entregamos nuestro corazón a Dios nuestro objetivo es parecernos a Cristo. Siempre debemos buscar la manera de parecernos a Jesús; el problema es que lo hacemos incorrectamente.
Hace un tiempo atrás trabajaba como Pastor asistente en la iglesia local a la que asistía. Estaba a cargo de todos los ministerios y su personal. Resolver problemas, enseñar, predicar, hacer trabajos comunitario puede ser gratificante pero de igual manera puede traer estrés.

No es la cantidad de trabajo que haces lo que te hace parecer a Jesús, sino los frutos que estés dando en tu vida.
Hace unos días leía un devocional que hablaba de dar buenos frutos, y recordé un suceso que ocurrió mientras era Pastor Asistente. Un domingo en la noche nos preparábamos para tener nuestra presentación de niños; la presentación estaba por comenzar pero esa noche el líder del ministerio no llegó. Una vez más me encontraba resolviendo un problema. Y entre el cansancio y el estrés comencé a discutir con uno de los ayudantes. Mientras discutíamos sentí la voz del Espíritu Santo que me decía, "has fracasado".
Al principio no comprendía que quería decir, pero de repente todo hizo "click" y logré entender lo que el Espíritu Santo me estaba diciendo. ¡Discutir no era reflejo de Cristo! Y allí en medio de la discusión mi corazón comenzó a llenarse de mucha tristeza. Así que decidí terminar la discusión y me fui. Aquella noche me sentí avergonzada y profundamente triste. Imagínate, la "Pastora Asistente" discutiendo con una ayudante por una tontería.¡Qué ejemplo, me había perdido en el camino! Recuerdo haber orado para que Dios me perdonara, y me ayudara a volver a encontrar mi camino. ¡Estaba desesperada por su presencia! El estrés y el cansancio se habían apoderado de mi, y ni cuenta me había dado.
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. (Gálatas 5:23)

Inmediatamente, a la mañana siguiente, organicé una reunión con la ayudante que había discutido la noche anterior, y le pedí perdón.
Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieran. Pero, si lo guía el Espíritu, no están bajo la ley. (Gálatas 5: 17-18)
Nuestra carne tiene una continua conspiración contra el espíritu. Tenemos una batalla constante dentro de nosotras mismas. La carne nos aleja de Jesús. El apóstol Pablo dijo:
De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. (Romanos 7:19)
Nuestro mayor problema no son los demonios, ¡es nuestra carne! Todas tenemos una carne, pero también tenemos un espíritu. ¿A quién satisfacemos? Esa es la pregunta que debemos hacernos todas las mañanas cuando despertamos.

Dios busca fruto en nosotras. Si eres un trabajo en progreso como yo, sé paciente contigo misma. Debemos ir trabajando con nuestras acciones y esperar pacientemente para dar el fruto correcto.
¡Permanezcamos en Él! Hay resultados que no se ven inmediatamente, debemos ser constantes. ¡No te rindas! Yo, aún estoy bajo construcción. Y aunque no es una tarea fácil, sé que en Dios todos los días mejoro un poco más. En mi constancia veré el fruto del Espíritu en mi vida y seré una buena representación de Jesús en la tierra.
Si trabajas como líder en tu iglesia o estas a cargo de un grupo de personas en tu trabajo, no utilices el liderazgo para devorar a las personas, sino ayúdalas a dar buenos frutos, edifícales y ayúdales a seguir a Dios.
¡Hasta la próxima!
Joydi Michelle
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