Un Final Feliz

¡Qué tristeza cuando pensamos que todo esta perdido! El vacío que sentimos; las preguntas sin respuestas, y las dudas internas son factores que nos hacen pensar que no hay esperanza y que todo se perdió. ¿Alguna vez te has sentido así? ¿Has tenido ese sentimiento que te dice: no importa cuánto llores o lo que hagas jamás tendrás aquello que “perdiste”?
He perdido muchas cosas en mi vida; unas muy valiosas y otras no tanto. He perdido dinero, prendas, papeles importantes; pero también he perdido relaciones. Hace algunos años atrás perdí una hermosa relación con una muy buena amiga. Para mí ella se había convertido en la hermana que nunca tuve, y para mis hijos ella se había convertido en una tía. Su familia y la mía pasaban mucho tiempo juntas. Íbamos a la misma iglesia; pasábamos los fines de semana en familia compartiendo. Ibamos a parques recreacionales, playa, piscina y vacaciones juntos. En fin era una relación que valoraba mucho. Pero un día un suceso trágico nos hizo tomar caminos diferentes. Recuerdo haber llorado muchísimo en la noche, en la mañana; a solas en mi habitación, o cuando hablaba con mi esposo de lo ocurrido. Muchas veces me decía y me trataba de convencer que nuestra relación se restauraría y que todo volvería a ser como antes pues anhelaba tener a mi amiga, a mi hermana. Los días pasaron; las semanas también, e incluso hasta los meses y yo consistentemente continuaba creyendo por nuestra amistad. Fueron días muy oscuros en mi vida y la tristeza que invadía mi corazón no me permitía ver mas allá del dolor. Poco a poco tuve que comenzar un proceso de sanidad para poder dejar ir la relación; dejar ir toda tristeza, todo dolor, toda duda y toda frustración de haber perdido a alguien que valoraba mucho. La relación con esa persona no terminó cómo a mí me hubiera gustado. La perdí para siempre pero entendí que no todo estaba perdido y que nuestros finales felices no necesariamente tienen que ser perfectos.
Entendí que aún me quedaba amor para perdonar y para amar. Entendí que Jesús me abrazaba en medio de mi dolor y que El es mi amigo fiel. Entendí que muchas veces buscamos las cosas en los lugares incorrectos, y es ahí donde la frustración y la duda inunda nuestro ser y nos hacen pensar que no tendremos nuestro Final Feliz
...y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
(Juan 20:12)
María Magdalena buscaba a Jesús en la tumba; ¡lo buscaba en el lugar incorrecto! La tristeza se adueñó de su interior y la esperanza que un día había tenido lentamente se desvanecía ante la realidad de que Jesús no se encontraba dónde ella pensaba que estaría. Aquel final feliz con el Maestro parecía ser arrancado de ella.
Tú y yo nos hemos sentido como María en algún momento en nuestras vidas. Nuestra esperanza de tener nuestro final feliz una vez tal vez fue arrancado de nosotras. Amiga, tener un final feliz no es tener un final perfecto. Habrán momentos de dolor, de desilusión, de frustración y de dudas pero no significa que Jesús no quiere lo mejor para nosotras. No busques tu final feliz en algo o en alguien; búscalo en Aquel que puede darte el fin que tu esperas.
Reflexiona en Juan 20:11-16/ Jeremías 29:11. Contesta: ¿qué has perdido últimamente que sientes que tu final feliz lentamente es arrancado de ti? Puede ser la esperanza; el amor; la confianza, o la paz. ¿Dónde estás buscando lo que perdiste? ¿Qué es lo que no te permite mirar mas allá del dolor? ¿Cómo ves tu vida sin Jesús? ¿Qué final esparas? ¿Crees que Jesús desea darte ese final ?
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