Todas tenemos una historia

¿Cuál es la mía? ¿Para qué contarla si hay mejores historias que la mía? ¡Mi historia no es tan impactante como otras que he escuchado! Al menos así pensaba hasta hace unos días.

Mientras escuchaba la historia de un buen amigo quedaba anonadada con cada detalle que contaba. ¡Su testimonio era impresionante! Y mi historia parecía irrelevante, insignificante, pequeña, sin importancia. Parecía como si yo estuviera pasando por la vida desapercibida. Entre lágrimas y risas en tono jocoso le dije: ¡Dios mío mi testimonio es sumamente aburrido comparado con el tuyo; a mi nunca me ha ocurrido nada así! ¡Tú podrías hacer un libro de anécdotas! Nos reímos y volvimos a retomar su historia.

Durante el día meditaba en mi, en mi vida, en mi historia. Y me preguntaba qué podría yo contar. Entonces casi al instante recordé que había nacido en un hogar cristiano, supe lo que fue recibir el amor de un padre. Me ensañaron valores, y son los que hoy les enseño a mis hijos. Recordé que conocí al Señor a mis 15 años y jamás me he apartado de él; siempre he estado involucrada en la iglesia. He tenido 1 sólo novio, el cual hoy es mi esposo y llevo 16 años casada con él. Nunca he bebido alcohol, nunca he fumado; no se lo que son las fiestas(amiga nunca he ido a una discoteca). No tuve la mala experiencia de que jugaran con mis sentimientos, no he tenido problemas en mi matrimonio; no he pasado por divorcio. Mi familia y yo disfrutamos de muy buena salud. En fin durante toda mi vida Dios me ha cuidado como la niña de sus ojos.

Pareciera ser una historia muy aburrida cuando lo comparo con otras historias. Cada testimonio que escucho cuentan cómo Dios los sacó del alcoholismo, o de la depresión, de la ansiedad. Cómo recibieron sanidad física, y cada una de sus historias son impactantes. En ciertas ocasiones he sido testigo de cómo sus vidas han sido salvadas, restauradas y transformadas.

Pero lo cierto es que mi historia no es igual y tal vez nunca hagan una película de ella. Pero, es mi historia y la usaré para declarar las señales y maravillas que Dios ha hecho conmigo. La usaré para contar cómo Dios me ha cuidado de un mundo perverso, y cómo me aparto para él desde el vientre de mi madre.

Por eso amiga mía del alma, ¡CUENTA TU HISTORIA! Dile al mundo de donde Dios te sacó, o cómo te cuidó. No nos cansemos de hablarles a otras porque en nuestra historia se encierra una historia mayor, LA HISTORIA DE JESÚS. De cómo derramo su sangre en la cruz y trajo salvación a nuestra vida. No hagas como yo que comparé mi historia con la de mi amigo. Valoriza lo que Dios ha hecho en tu vida. Recuerda que todas tenemos una historia que contar.

1. Durante los próximos días medita en las siguientes lecturas: Daniel 4:2, Salmo 86: 10-13, Salmo 145, Salmo 139:14

2. Escribe en una hoja de papel todo lo que Dios ha hecho en tu vida.

3. Busca al menos 3 personas y compárteles tu historia.